martes, 28 de julio de 2009

Vuelta a Irlanda – Parte II

Un domingo de sol en Irlanda es algo que no pasa siempre, así que empecé mi día contenta. El sol ha estimulado mis recuerdos de Irlanda: las tiendas que solamente hay aquí, las comidas y bebidas que echo de menos (como el blackcurrant, un restaurante indio que me encanta y el scone – un pan con pasas muy típico), las personas que siguen viviendo aquí y que todavía no las he visto, y otras que ya están en otras ciudades o países…

Cómo hacía buen tiempo, me han invitado a conocer un mercadillo al aire libre. Estuvimos por allí, pero no me he comprado nada – mi límite de 10kg en el equipaje, para no tener que facturarlo, no me permitía hacer casi ninguna compra… Luego tomamos un bocata típicamente español, y de postre (¿por qué no?) una Guinness con blackcurrant en un pub – ya sé que la “manera correcta” de saborear una Guinness es tomarla pura, pero me resulta muy amarga…
El tiempo que ha hecho no podría ser más Irlandés: sol, lluvia, viento, calorcito, y más lluvia, luego todo otra vez a lo largo del mismo día. Una amiga de Brasil que vino a verme en Kilkenny el lunes ha compartido conmigo la visión más positiva del tiempo en Irlanda que yo he conocido hasta hoy. Ella comentaba qué, con tantos cambios en el mismo día, el tiempo siempre la sorprendía, y que así no se aburría nunca. Lo que me sorprende es su capacidad de sacar el lado bueno de un tiempo tan raro…

Esta noche, después de un paseíto por el centro y charla con las amigas, cenamos en un restaurante indio que me encanta – tenía muchas ganas de volver allí y comer mi plato indio favorito: Jhinga Masala (gambas con una salsa de tomate y leche de coco buenísima). Luego seguimos con charlas y juegos en la casa de una amiga, hasta tarde de la noche.
El lunes he hecho de guía turística en Kilkenny con mi amiga de Brasil - ¡y mira que hacía unos 6 años que no la veía! Charlamos mucho, reímos, sacamos fotos, paseamos y pasamos muy bien. Por la tarde-noche, quedamos en un pub para despedirme de mis amigas de la ciudad y seguí con la Brasileña a su ciudad – Drogheda, a 56km al norte de Dublin.

Ella está de Au Pair y vive en una casa inmensa que más se parece a un castillo. Pasamos el martes entre jugar con las niñas a las que cuida ella, pasear en coche por la ciudad, comer en un centro comercial, ir al supermercado y, claro, hablar mucho. Luego he cogido el bus para el aeropuerto de Dublin y, depués de pagar 40€ a Rayanair por el simple echo de no haber impreso la hoja del check in on line (¡¡¡sin comentarios!!!), me monté en el avión y he hecho un viaje tranquilo y agradable.Ya tengo varias invitaciones para volver a Kilkenny, y la verdad es que ya hecho de menos a la gente de allí. Apunto en mi lista de “viajes pendientes” mi nuevo retorno a Irlanda…

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