domingo, 30 de noviembre de 2008

Curiosidades – parte II

Seguiré con la lista de cosas que me parecen curiosas y que me llamaran la atención por los sitios en que he estado.


Brasil – Allí es algo muy común, pero como es algo que solamente he visto allí, merece la pena citarlo. Es un

tipo de restaurante llamado “Self-Service” en que, al envés de pedir un menú (como es típico en España) o eligir un plato que conste en la carta, hay una gran variedad de comida, y la persona se sirve de lo que quiera, y cuanto quiera. Una vez echo el plato, la propia persona lo lleva a una báscula para pesarlo, porque hay un precio definido

para el kilo de la comida. Hay restaurantes “Self-Services” desde los más sencillos, con menos variedad de comida, hasta los muy buenos, con comida típicas Brazileñas (moquecas, feijoadas, empadao de carne, carne seca com abóbora, churrasco, etc), Japonesa (sushi, sashimi, yakisoba) y Italiana (la persona elije la pasta y los complementos, y el cocinero, vestido como el típico chef italiano, lo prepara el en momento). Este segundo tipo está retratado en las siguientes fotos.

Irlanda – Cada país tiene un tipo de enchufe específico, eso ya lo sabía yo. Pero cuando me fue a Irlanda, en mi primera noche, creía que todos los enchufes de la habitación no funcionaban, porque enchufaba el cargador (con su debido adaptador), y nada. Horas después me llamó la atención un botón que había al lado de cada enchufe. Me picó la curiosidad, y me atreví a presionarlo… ¡Bingo! Este botón, cuando con su luz roja encendida, activa la corriente eléctrica. ¡Toma, toma, toma!

España – No sé si es moda, descuido u otra cosa, pero en España muchas chicas enseñan sus bragas por la calle sin ningún problema. Me explico: llevan pantalones tan bajos en la cintura, o tan flojos que cuando se sientan o se mueven un poco se les nota (y mucho) las bragas. Quizás incluso crean que sea algo bonito o sexy (de verdad, ¿a alguien le parece sexy ver las bragas de una chica cuando esta se sienta?). En general, lo que se enseña son tangas minúsculas, muy utilizadas por aquí. Pero también hay quien prefiera las bragas digamos “algo más grandes”, como esta chica que desfrutaba tranquilamente una tarde con su compañero en la Plaza del Oriente, en Madrid.

Irlanda – Volvemos a Irlanda… Una vez me fue al servicio en un bar, y me deparé con una máquina en la pared para alisar el pelo. La idea la verdad es bastante buena: la chica sale de fiesta, y en la mitad de la noche seguro que su pelo ya no están tan arreglado y liso como cuando salió de casa. ¿Y qué hace la pobre chica entonces? Se va al servicio y utiliza la maquinita para alisar su pelo (después de colocar una moneda de 2€, claro. Cosas modernas así nunca son gratuitas). Considerando que ya encontramos con más frecuencia máquinas de preservativos, chicles, absorbentes y cremas dental en los baños de los sitios, la idea de la máquina de alisar el pelo es bastante original.

España – En un paseíto por la playa te puedes sorprender. Ojo: yo, que vengo de una ciudad de playa, sé que pasan cosas raras en playas de todo el mundo. Pero es que ese hecho merece ser citado. La foto la saqué en Denia, en agosto de este año, cuando me fue un finde con las amigas. Una señora en la playa quería tomar el sol, pero sin estropear a su pelo, así que se metió una bolsa plástica en la cabeza. Y, para completar, a su lado dos amigas charlan y toman al sol pero con la braga del bikini tan baja que uno que mirase rápido a la tía de espalda podría incluso dudar que vestía algo en la parte de abajo (porque arriba no levaba nada, otra costumbre Española que difiere de la costumbre de Brasil: allí llevamos bikinis minúsculos, pero siempre utilizamos bragas y el sujetador, excepto si es una playa naturista).



sábado, 29 de noviembre de 2008

Vuelta al mundo en un año

¡Es fantástico tener amigos de todas las partes del mundo! La diversidad de cultura, la mezcla de costumbres, las historias, todo eso me parece increíble… Me siento privilegiada por conocer tantas personas especiales de diversos cantos del planeta…

Uno aprende mucho cuando empieza a viajar y a conocer gente. Aprende el valor de la verdadera amistada, aprende lo que es tener lejos a la familia y dar soporte a los que están en la misma situación, aprende a donarse a si mismo y estar abierto a todas las cosas buenas, divertidas y significativas que pueden pasar cuando dejamos de lado (por lo menos parte) de nuestros prejuicios y egoísmos y nos abrimos al nuevo.
Me alegra mucho poder compartir las aventuras de mis amigos “internacionales”… Ahora mismo tengo una amiga de Francia que, juntamente a su novio de Nueva Zelanda, están de viaje haciendo, como llaman ellos, la “vuelta al mundo en un año”. Los he conocido en Irlanda, y ahora acompaño sus viajes por e-mail y por fotos - ¡y qué fotos!
Ellos han ahorrado dinero por algún tiempo, y se han permitido un “año sabático” conociendo los lugares que siempre han querido conocer. Llevan desde octubre cargando la mochila en la espalda, y de momento ya han estado en Nepal y en India. Me entra un misto de alegría (por ellos) y envidia (por mi), porque esta experiencia tiene que ser algo increíble…

Yo, mientras mis ahorros no me permitan coger la mochila y partir para un viaje alrededor del mundo, seguiré esperando ansiosa por más e-mails y fotos de estos viajeros y de tantos otros que comparten comigo sus vidas y a los que puedo llamar “amigos”. Total: es muy bueno tener amigos por todo el mundo…

domingo, 23 de noviembre de 2008

Postales

Las memorias de los viajes son algo muy personal y van más allá de las fotos, regalos y videos. Pero cuando salgo de viaje, además de los recuerdos, también me gusta tener algo en concreto, algo que yo pueda ver y recordar los sitios en que he estado. Y en mis viajes también me gusta hacer sentirse especial aquellos que son especiales para mí.

Ahí entran en cena las postales

No sé exactamente cómo ni en que viaje, pero una vez tuve la idea (no muy original, ya lo sé) de enviar una postal desde un sitio en que estaba viajando a mi familia. Y la verdad es que el resultado ha sido muy bueno: ellos se quedaran muy contentos e ilusionados. Desde entonces, intento enviar una postal a algunas personas especiales desde cada sitio que voy.

Enviar una postal es algo barato (tienes que invertir en el coste de la postal y del sello) y que no toma mucho tiempo (tardarás el tiempo suficiente para escribirlo y encontrar un buzón de correos para echarlo). Pero a la vez, es un detalle bonito y muy personal (fue escrito y pensado especialmente para su destinatario). Así que tengo la intención de seguir viajando por el mundo, y enviando postales desde distintos sitios…
El feedback que recibí de las personas que recibieran mis postales fue la parte decisiva para que yo siga con el hábito de enviar postales. Mi abuelo, que está con 81 años recién cumplidos, no cansa de agradecerme “por acordarme de él a cada sitio que voy, porque siempre de envío postales de lugares muy bonitos”. Un detalle: siempre que lo menciona veo sus ojos llorosos y la voz compungida…

Casi siempre, además de enviar, compro y colecciono algunas postales. Hay ángulos y perspectivas que ninguna foto consigue retratar mejor que una postal. Pero lo que yo colecciono de verdad son pins. Tengo una chaqueta vaquera llena de ellos…
Y ahora tendré que dejarlos, porque tengo algunas postales que escribir…

sábado, 15 de noviembre de 2008

Hora de la siesta

Quien vive en España, o por lo menos ya ha estado por aquí de paseo ya esta acostumbrado a la famosa “hora de la siesta”. Pero a uno que viene por primera vez a cualquier ciudad de este país seguro que le parecerá como mínimo curioso ver a las tiendas cerradas a medio día y las calles bastante más tranquilas por cerca de tres horas. A todo se acostumbra, pero que la siesta es algo interesante y gracioso, sí que lo es.

Esta costumbre Española de, en teoría, descansar algunas horas después de comer es antigua, y ha sufrido cambios. La mayor parte del comercio cierra a medio día, pero sí que se puede encontrar una o otra tienda abierta. Algunas empresas siguen tomando la siesta en serio, y sus trabajadores tienen un “descanso involuntario” en la mitad de su jornada laboral (los más perjudicados son las personas que viven lejos de dónde trabajan, porque no les da tiempo de ir a casa, y tampoco pueden adelantar muchos temas personales, una vez que muchos centros están cerrados). Otras empresas, especialmente las multinacionales, hacen un descanso a medio día de una hora, dejando la siesta de sus colaboradores para el fin de semana.

Ya que admitir: tener la posibilidad de “pegar una cabezadita” después de comer recarga las energías, da ánimo y motivación para seguir con las tareas diarias. Por otro lado, hay gente que pasa olímpicamente de la siesta, o bien porque la considera una pérdida de tiempo, o porque se queda todavía medio dormido mucho tiempo después de despertarse, así que mejor no dormir.

Personalmente saco provecho de la siesta en verano, cuando las calles del centro de Madrid están herviento, y quedarse en casa o en un sitio tranquilito es la mejor opción. Pero hay países en que hace mucho más calor que en España y no está instituida la siesta (como en Brasil, por ejemplo).

Con el paso del tiempo te acostumbras, y empieza a hacer planes teniendo en cuenta la hora de la siesta. Ir al supermercado, salir de compras o pasar por el estanco: todo esto y mucho más no puede coincidir con la “sagrada siesta”. Lo gracioso es observar a la gente que todavía no ha inserido a siesta en sus planes diarios, y que por ejemplo se pone a dormir delante del escaparate de una tienda a medio día (la tienda estaba cerrada, claro), para hacer tiempo hasta que se abran los sitios y pueda seguir con su visita turística (esto es un caso real).

Me comentaba una amiga que, cuano era pequeña y iba a la escuela, ella y sus compañeros de clase llevaban sus mantitas para echar una siesta después de comer. La escuela tenía sus colchonetas y almohadas ya preparadas, y echar la siesta en el cole era algo tan normal como tener un horário para ir a clase, hacer las tareas de casa y llevar el uniforme. A mí ¡echar la siesta ena la escuela me parece lo más raro del mundo!

Tan “curioso” como la siesta es la costumbre Española de cerrar sus establecimientos en verano. A casi ninguno español le parece raro ver a un bar, tienda o restaurante cerrado el pleno mes de agosto, con un cartelito hecho a mano pegado en la puerta, que dice “estamos de vacaciones”. A ver: vacaciones y verano hay en todos los sitios, pero la gente se turna y los locales siguen funcionando.

A todo se acostumbra, pero aún así algunos hábitos españolas no dejan de ser graciosos…

lunes, 3 de noviembre de 2008

Organizando un viaje

Prepararse para un viaje es algo muy personal: hay desde las personas que se tiran días planeando todos los detalles, sitios a visitar, horarios de visita, costes y rutas, y otros que prefieren eligir todo sobre la marcha, caminar sin destino, dejarse llevar por el momento. Yo estoy en el medio de las dos cosas: planeo buena parte del viaje, pero siempre dejo abierta la posibilidad de que el sitio y su gente me sorprendan.

Hay puntos que considero indispensables antes de hacer un viaje:

Definir el medio de transporte en que se va a viajar – Sea en autobús, tren, coche, avión, etc., hay que mirar los billetes o la ruta con alguna antelación. Es verdad que en las compañías aéreas, muchas veces, hay ofertas de viaje de ultima hora, pero en la mayoría de las veces comprar los billetes con antelación significa ahorro.
Definir algunos puntos turísticos a visitar – Una visita a la Oficina de Información Turística es una opción sin costes y muy interesante para enterarse de los eventos que pasarán en la ciudad en los días en que estarás allí, como conseguir bonos de descuentos, informarse sobre buenos restaurantes o como mínimo coger un mapa de la ciudad. Una guía turística también puede ser un buen entretenimiento antes, durante y después del viaje (por ejemplo, para acordarse de los nombres de los sitios visitados).
Hacer una estimación de gastos – Siempre hay alguno gasto extra que se nos escapa, una compra no planeada o la decisión de darse un capricho, pero es conveniente saber más o menos cuanto uno puede gastar en un viaje, tener pasta en efectivo para los sitios que no aceptan tarjetas y guardar el dinero y tarjetas en sitios distintos para evitar perdidas y sorpresas desagradables.
Mirar la previsión del tiempo en el sitio de destino – Aunque yo no me fíe 100% de la previsión del tiempo, tener una idea de que temperatura va hacer puede ser muy importante a la hora de definir las ropas y calzados a llevar, y también que tipo de actividad priorizar (actividades en sitios abiertos, como parques, o en sitios cerrados, como en museos). Salir de última hora en el medio del viaje a comprar un abrigo puede significar dejar de conocer algún sitio interesante y también un gasto no planeado.

Total: lo importante es pasarlo bien, ocupándose lo necesario antes del viaje para que los días de vacaciones sean lo más agradable, relajado y inolvidable posible. Ah, y ¡no se te olvide sacar muchas y muchas fotos!