domingo, 23 de noviembre de 2008

Postales

Las memorias de los viajes son algo muy personal y van más allá de las fotos, regalos y videos. Pero cuando salgo de viaje, además de los recuerdos, también me gusta tener algo en concreto, algo que yo pueda ver y recordar los sitios en que he estado. Y en mis viajes también me gusta hacer sentirse especial aquellos que son especiales para mí.

Ahí entran en cena las postales

No sé exactamente cómo ni en que viaje, pero una vez tuve la idea (no muy original, ya lo sé) de enviar una postal desde un sitio en que estaba viajando a mi familia. Y la verdad es que el resultado ha sido muy bueno: ellos se quedaran muy contentos e ilusionados. Desde entonces, intento enviar una postal a algunas personas especiales desde cada sitio que voy.

Enviar una postal es algo barato (tienes que invertir en el coste de la postal y del sello) y que no toma mucho tiempo (tardarás el tiempo suficiente para escribirlo y encontrar un buzón de correos para echarlo). Pero a la vez, es un detalle bonito y muy personal (fue escrito y pensado especialmente para su destinatario). Así que tengo la intención de seguir viajando por el mundo, y enviando postales desde distintos sitios…
El feedback que recibí de las personas que recibieran mis postales fue la parte decisiva para que yo siga con el hábito de enviar postales. Mi abuelo, que está con 81 años recién cumplidos, no cansa de agradecerme “por acordarme de él a cada sitio que voy, porque siempre de envío postales de lugares muy bonitos”. Un detalle: siempre que lo menciona veo sus ojos llorosos y la voz compungida…

Casi siempre, además de enviar, compro y colecciono algunas postales. Hay ángulos y perspectivas que ninguna foto consigue retratar mejor que una postal. Pero lo que yo colecciono de verdad son pins. Tengo una chaqueta vaquera llena de ellos…
Y ahora tendré que dejarlos, porque tengo algunas postales que escribir…

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