
A mí me gusta la gente que viaja. Nada en contra de aquellos que viajan poco, por los motivos que sean, ni tampoco de aquellos a los cuales simplemente no les gusta viajar. Pero vuelvo a decir: me gusta “un pelín más” la gente que viaja…
Prejuicio o no, el tema es que viajar te cambia, te hace replantear las cosas, te cuestiona, te inquieta… Sé que hay muchas otras cosas en la vida que tienen los mismos “efectos colaterales”, pero ¿por qué no obtener estas cosas de un viaje?
Uno o más viajes… porque los viajes suelen causar alguna adicción. Lo digo en serio. No conozco a ninguna persona que haya empezado a viajar y un determinado día haya dicho: “De hoy en adelante, ya no viajo más”. Lo que me pasa a mí y a conocidos es que, una vez que haces un viaje más largo, vives en otro país o tienes una experiencia muy significativa durante un viaje, el plantearse visitar nuevos lugares es algo casi inevitable…

Todo tiene sus puntos positivos y negativos, pero mis viajes por el mundo me han cambiado como persona, no hay duda. Creo que uno no puede salir “totalmente ileso” de un viaje, sin “contaminarse” con algo nuevo, perturbador, distinto… Quien ya haya pasado por la misma situación seguramente que comprenderá…
1 comentario:
Una reflexión muy interesante.
Lo cierto es que viajar abre mucho la mente y nos enseña a no tener prejuicios y a aprender, no sólo de los lugares que uno visita sino, sobre todo, aprender de la gente a la que se conoce, sobre todo de la que más se diferencia de nosotros.
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