lunes, 27 de octubre de 2008

Cosas que no pueden faltar en la maleta

Todo viaje empieza con hacer la maleta. Unos la hacen 20 minutos antes del viaje. Otros, como yo, empiezan días antes a pensar en como hacer caber “solamente lo indispensable” en este precioso, pero limitado, espacio llamado "bolso de viaje"…

Sé que ya he mejorado mucho, disminuyendo considerablemente el tamaño de las maletas y su contenido, pero reconozco que todavía sigo cargando más de lo necesario. Los hombres, en general, son más objetivos y prácticos a la hora de preparar las maletas, pero nosotras estamos preparadas para todas las situaciones (frío, lluvia, calor extremo, cena de lujo, etc.) que se nos pueden presentar – bueno, o por lo menos a “casi” todas…

En mis viajes ha aprendido que hay cosas que no se pueden olvidar a la hora de hacer las maletas. A ver si vosotros estáis de acuerdo conmigo…

Cámara de fotos –Lo que quedan de los viajes, además de la memoria, son las fotos. Además, uno puede sacar cuantas fotos quiera (yo ya saqué casi 200 en un finde…). Si puedes adquirir un trípode de estos pequeños que no ocupan mucho espacio ni son pesados, estupendos, porque el resultado en las fotos sí que se nota.













Cosméticos Aunque vaya a un hotel algo lujoso, prefiero llevar siempre lo que pueda necesitar (ya estuve en hoteles de tres estrellas que han dejado mucho que desear en lo que han dispuesto en la cesta de la repisa del baño). Cuando voy a un hotel bueno, cojo aquellos botecitos pequeños de champú, y los “reciclo”, utilizando en viajes posteriores. Así ahorro espacio, no cargo demasiado peso y llevo encima buenos productos (los mismos que utilizo en mi casa), si por si acaso…


Los 3 más – Da igual la estación del año o la previsión del tiempo: yo siempre meto en la maleta un paraguas, un abrigo y el bikini. Uno nunca sabe si alguno de ellos te va a hacer falta…


Libro o revista
– Siempre hay un hueco, por más entretenido o corto que sea el viaje, para leer algo. Puede que sea en el aeropuerto, en el autobús (si no te mareas) o mismo en el hotel, por la noche, antes de acostarte.

Mochila – Los viajes son uno de los pocos momentos en que utilizo mi mochila,
pero si que merece la pena. Las mochilas son más cómodas de cargar, el peso se distribuye igualmente por la espalda, las manos se quedan libres y te caben todo, incluyendo la botella de agua, el bocadillo y el abrigo cuando hace calor.

Abrigo gordo – Excepto en verano, siempre llevo un abrigo gordo. Puede que no lo utilice, pero mejor tenerlo que sufrir su ausencia… Si lo llevas en la mano, ahorras espacio en la maleta, no lo aplastas demasiado y además estás preparado para cualquier cambio súbito de temperatura.

Pero ¿qué tipo de maleta llevar? Bueno, cada uno es hijo de su padre y de madre, así que esta elección es muy personal. Yo ya he hecho la mía: cualquiera que tenga ruedas. La comodidad es esencial.Ah, y no se te olvide dejar un pequeño espacio para pequeñas compras y regalitos que puedan ser incorporados a tu equipaje…

miércoles, 22 de octubre de 2008

Curiosidades

Eso de vivir en distintos sitios te permite pasar por muchas situaciones graciosas. Puede que sean tonterías, pero se puede echar unas risas con ellas. Compartiré algunas con vosotros…

Hoy leía en un periódico consejos para ahorrar energía y dinero con la calefacción en el invierno. Uno de ellos mencionaba poner burletes en las puertas, para evitar la entrada del aire frío. En Brasil, por lo menos en la gran parte de las ciudades, como hace bastante calor todo el año, los burletes sirven para evitar la entrada de cucarachas y otros insectos…


Cuando vivía en Irlanda, fue a una de esas tiendas de animales para comprar un pez, y me llamó la atención que los piececitos que había tenido yo en Brasil allí eran considerados “peces de agua caliente”… En Brasil, lo único que hacía era sacar el agua directamente del grifo y llenar el acuario…


¿Navidad es sinónimo de frío? ¡Qué va! En Brasil la celebramos a 40 grados de temperatura, con el aire acondicionado a tope, disfrazados de Papá Noel (imagina el calor que hace con toda aquella ropa) y comiendo cosas como pavo, frutos secos y otras cosas muy ricas.


¿Celebrar el día de Reyes? En Brasil el 6 de enero en un día normal, cómo otro cualquier (bueno, mi madre decía que el día de reyes era la fecha para recoger los adornos de navidad de la casa y desmontar el árbol). No se cambian regalos, y los regalos más gordos, caros e importantes se entregan en Navidad.

Hay muchos detalles y curiosidades más, que escribiré en otro post.

domingo, 19 de octubre de 2008

Mi lugar especial

Como dice la expresión “Cada uno es de su padre y de su madre”, cada persona es muy distinta de la otra. Y ¡qué bien que la gente es así! Cada uno valora el mundo a su manera, y lo que es especial y muy valorado para una persona puede ser la cosa mas ordinaria para la otra… Con los sitios que conocemos y las ciudades en que vivimos pasa lo mismo.

A veces no es algo totalmente conciente, pero normalmente hay una calle en la ciudad, una esquina, un sitio con una vista única, una comida o un puente que significa mucho para nosotros. Me refiero a un sitio en que nos sentimos bien, completos, ligeros, con las energías recargadas o mismo emocionados. Es algo mas que el sitio en si mismo, es una mezcla de sentimientos y de experiencias que solamente uno mismo puede explicar. O intentarlo, por lo menos…

Con esto de cambiarme de ciudad y de país algunas veces, aprendí a reconocer y a valorar estos sitios especiales que me hacen también. Sitios en que puedo ir cuando estoy triste, cuando necesito tomar una decisión seria, cuando estoy sola, cuando quiero relajar o leer un buen libro. Y, casi 100% de las veces, cuando salgo de allí, me siento mucho mejor do que cuando he llegado…

Yo no consigo definir mi “sitio especial” en poco tiempo. Esta definición es algo que se construye con el tiempo, que pasa sin que yo me de cuenta, hasta que un día siento con seguridad que tengo un sitio más para refugiarme. Y cuando estoy segura de dónde están mis sitios especiales, puedo compartirlos con vosotros…

En Brasil, no haya nada para mí como sentar en la arena de la playa sobre eso de las cinco de la tarde. Es cuando todavía hay sol y claridad, pero ya no hace tanto calor y la temperatura se vuelva muy agradable. Cómo las playas en general son muy bonitas, puede elegir varias para sentarme y pasármelo bien. Llevo un libro, y mezclo su lectura con miradas al mar, a la gente que pasa o se ejercita en la arena, a los aviones en el cielo, todo eso al sonido de las olas del mar. Cuando oscurece, me levanto y me voy, pero con la seguridad de que voy a volver pronto…
En España, me encantar “perderme” y descubrir nuevas sorpresas en el Parque del Retiro, en Madrid. Sé que hay otros parques y zonas verdes, pero ninguna más especial que esta. Una vez cogí un mapa del parque para ubicarme mejor, pero enseguida lo tiré a la basura: la mejor parte es seguir sin rumbo, explorarlo cómo se fuera la primera vez que camino por entre sus árboles, parar cuando quiero, seguir hacia algo que me llama la atención o leer un libro en un banco (tengo mi banco favorito, pero a veces cambio). Ya estuve muchísimas veces en El Retiro, pero tengo la sensación de que nunca llegará el día en que yo pueda decir que ya lo he explorado totalmente y que ya no hay nada que me sorprenda allí…
En Irlanda (Kilkenny) tengo dos sitios especiales. Puedo poner la excusa en el mal tiempo que hace allí y en la lluvia que es una compañía casi constante: un sitio es cubierto, y el otro es descubierto.
Si llueve o hace demasiado frío o viento, me encanta sentarme en la segunda planta de un café situado en una de las calles principales del centro, pedir un café con leche y esponjitas de golosina, leer un libro a la vez en que me entretengo con las miles de piezas antiguas de decoración del sitio… La gente va y viene dentro y fuera del café, y yo me puedo tirar horas y horas allí, pues me lo paso genial…

Si el tiempo ayuda, un paseo por el Parque del Castillo para que me de
un poco el sol, sentarme en uno de sus bancos y mirar el paisaje, ver a lo niños jugando o leer un libro es un programa más que especial. El contacto con la naturaleza revisora, y la sensación de bien estar es casi inmediata.

Y tú, ¿ya has descubierto tus sitios especiales?

miércoles, 15 de octubre de 2008

Una escena triste

Los viajes siempre “esconden” algo… Es decir, cuando uno viaja, va en busca de algo: de conocer algo nuevo, de pasar unas vacaciones entretenidas, de desconectar de su cotidiano, de averiguar una posibilidad de trabajo o morada, o simplemente “viaja en busca de sí mismo”. Hay quien diga que es mejor no crear ninguna expectativa, porque así no nos desapuntamos, pero, por lo menos para mí, no esperar nada es algo complicado… Más complicado quizás sea crear expectativas demasiado elevadas, porque pueden generar indeseadas frustraciones…

Os comento esto porque en mi trabajo hoy he presenciado una situación muy desagradable y triste a la vez, que me ha hecho pensar sobre lo que leva las personas a moverse de su país y depositar toda su esperanza en este cambio.

Trabajo en una empresa de recursos humanos, y un hombre se presentó, chapurreando castellano, buscando trabajo. Le comentamos el procedimiento habitual, en lo cual el candidato graba sus datos personales en un ordenador, y el dijo que no lo haría, pero que saldría de la oficina hasta que le conseguiríamos un trabajo. En resumen: el nos comentó que llegó a España hacía 3 años, y que hasta hoy no había conseguido un trabajo, que tenía mujer e hijos en su país (que no me acuerdo cual era), y que estaba viviendo en la calle desde hace semanas.


La situación se puso tensa: el hombre hablaba alto, nervioso, diciendo que no saldría la de oficina sin trabajo. Además, dificultaba la entrada y salida de personas por la puerta, y sacó sus ropas sucias de una mochila, para probar que vivía en la calle y no tenía donde ducharse ni lavar sus ropas.


En resumen, la policía fue accionada, intentó sacar al pobre hombre por las buenas, pero el seguía con la misma postura de “no salgo de aquí sin trabajo”. Cinco o seis policías le sacaran de la oficina y lo llevaran de allí esposado. Fue muy desagradable, triste y tensa la situación, y me quedé pensando en su grado de desesperación…

Este hombre había depositado todas sus esperanzas en este viaje a España, como se fuera la garantía de una vida mejor, o por lo menos de un trabajo digno, y de momento no había logrado ninguno de los dos. Así como el, miles de personas arriesgan sus vidas todos los días, en busca de una situación mejor. Y tú, ¿por qué arriesgas tu vida?

martes, 14 de octubre de 2008

Transporte Público

Todo tiene sus ventajas y desventajas. Sacar tu propio coche del garaje, conducir con música, no se mojar con la lluvia ni pasar demasiado calor y aparcar delante de tu destino es estupendo. Pero si a ti no te toca esta realidad (a mí tampoco me toca actualmente…), vente conmigo a mirar "con buenos ojos" al transporte público.

En Brasil, tenía mi coche, y mi movía casi siempre con él, así que pocas veces me tocaba coger un autobús. Como en mi ciudad no había metro (vivir en una isla tiene sus particularidades…), los que tenían algo más de pasta tenían su propio coche, y los que no cogían el bus. Yo, en aquella época, asociaba moverse en transporte público a tener menos dinero y menos “status”, algo así como “ser pobre”. Hoy me parece súper raro acordarme de cómo yo pensaba sobre el tema haca poco más de 2 años…

Cuando me vine a España, el coche no cupo en la maleta, así que lo he convertido en euros. Pasé a moverme a todos los lados en transporte público, a ubicarme por las estaciones del metro, a planear el horario de salir del bar en función del metro o autobús, a llevar siempre un libro o el MP4 para entretenerme. Y la verdad es que uno se acostumbra. (Bueno, cuando un amigo se ofrece para acercarme en coche a algún sitio me quedo muy a gusto, pero ahora sé que ¡hay vida aunque uno dependa del metro para volver a casa!)

El transporte público en España no me parece barato, pero en relación a otras ciudades de Europa sí que lo es. Más vale decir que moverse en Europa en general es bastante caro, y que España está “un pelín” más barato. En Irlanda sí que el transporte público es más caro que en España.
Pasaba algo curioso en Irlanda: muchas ciudades pequeñitas y pueblos tenía solamente dos autobuses al día, uno por la mañana, y otro por la tarde. Y ya está. Se uno dependía de ellos para moverse, tenía que adaptarse. ¡Me parece increíble que el “primer mundo” todavía guarde sorpresas así!

En la ciudad en que he vivido yo, con cerca de 13.000 habitantes, no había autobús para moverse por la ciudad, solamente para ir a las ciudades más grandes. La bicicleta fue mi medio de transporte más utilizado. El problema era el frío y la lluvia… Aunque me pusiera guantes, gorra y un abrigo grueso, el viento en los ojos me hacía siempre llorar mientras “pilotaba” la bici por las callejuelas estrechas…

La vida es viable si te mueves en transporte publico… pero estoy 100% segura que dentro de poco tiempo me compraré un coche… (Volveré a este tema de los transportes públicos en otro post).

lunes, 6 de octubre de 2008

Aeropuerto

Confieso que, hace tiempo, el aeropuerto tenía un “glamour” para mí: ir allí significaba un viaje, y, casi seguro, un viaje largo… Todo me parecía interesante, nuevo, emocionante… Viaje a viaje, mi visión de los aeropuertos fue cambiando: largas horas de espera, acumulo de equipaje, colas, despedidas… Total: hoy veo los aeropuertos como “un mal necesario”.

De julio de 2007 a julio de 2008 cogí el avión más de 12 veces. No es que me haga mucha ilusión volar, pero es un medio de transporte rápido, en teoría seguro (el reciente accidente en el aeropuerto de Barajas, Madrid, contradice esa teoría) y, en Europa, relativamente barato (por lo menos comparado con el precio de los vuelos en Sudamérica).

Hubo una época en que me lo pasaba fatal en los vuelos: me quedaba tensa, nerviosa, intentaba dormir y no podía y a veces incluso lloraba. Como fue cogiendo práctica, es decir, volando más veces, aprendi a lidar con la situación, y ahora llevo siempre una revista o un libro, algo de picar, una jaqueta por si hace frio, veo películas, escucho mi Ipod, duermo, y así incluso los voos de 10 horas no se me hacen demasiado largos. Hay que aprender a afrontar las situaciones...

Mi visión de los aeropuertos se cambió también cuando, a mediados de este año, fue a trabajar en un aeropuerto, en una empresa de RRHH que selecciona personal para hacer el check in, cargar y descargar maletas de los aviones y gerenciar las maletas extraviadas. Hay una infinidad de pasillos, controles de policía, oficinas y gente que trabaja en el aeropuerto que aquello más parece “un mundo paralelo”… La verdad es que me gustó mucho este trabajo y las descubiertas que he hecho sobre los caminos, reglas y la vida que hay en los aeropuertos…

Conozco a una chica que dice que “llegó al aeropuerto y allí se quedó”. Ella tiene razón: trabaja en el aeropuerto, es voluntaria en una ONG que funciona en el mismo sitio, y conoció a su marido en el aeropuerto (él también trabaja allí). Esta va, como mínimo, cinco veces a la semana a la Terminal 2 de Barajas…

Como ya no trabajo en el aeropuerto, voy allí con menor frecuencia. A veces incluso lo echo de menos. Creo que me hace falta un viaje para tener una buena excusa para volver al aeropuerto…

miércoles, 1 de octubre de 2008

Adicción a los viajes


A mí me gusta la gente que viaja
. Nada en contra de aquellos que viajan poco, por los motivos que sean, ni tampoco de aquellos a los cuales simplemente no les gusta viajar. Pero vuelvo a decir: me gusta “un pelín más” la gente que viaja…

Prejuicio o no, el tema es que viajar te cambia, te hace replantear las cosas, te cuestiona, te inquieta… Sé que hay muchas otras cosas en la vida que tienen los mismos “efectos colaterales”, pero ¿por qué no obtener estas cosas de un viaje?

Uno o más viajes… porque los viajes suelen causar alguna adicción. Lo digo en serio. No conozco a ninguna persona que haya empezado a viajar y un determinado día haya dicho: “De hoy en adelante, ya no viajo más”. Lo que me pasa a mí y a conocidos es que, una vez que haces un viaje más largo, vives en otro país o tienes una experiencia muy significativa durante un viaje, el plantearse visitar nuevos lugares es algo casi inevitable…

A mí me costó el primer cambio de país. Elegir lo que llevar en la maleta; arriesgarse; empezar amistades desde cero; sentirse tonta y superficial porque mi dominio del idioma no me permitía profundizar conversaciones; dejar familia y amigos: todo me fue más complicado y penoso en mí primer cambio de residencia. Pero fui creando mis estrategias, y las cosas me han salido tan bien que cerca de un año después me cambié de país otra vez, después otra vez más, y no descarto la posibilidad de cambiarme unas cuantas veces más.

Todo tiene sus puntos positivos y negativos, pero mis viajes por el mundo me han cambiado como persona, no hay duda. Creo que uno no puede salir “totalmente ileso” de un viaje, sin “contaminarse” con algo nuevo, perturbador, distinto… Quien ya haya pasado por la misma situación seguramente que comprenderá…