Esta costumbre Española de, en teoría, descansar algunas horas después de comer es antigua, y ha sufrido cambios. La mayor parte del comercio cierra a medio día, pero sí que se puede encontrar una o otra tienda abierta. Algunas empresas siguen tomando la siesta en serio, y sus trabajadores tienen un “descanso involuntario” en la mitad de su jornada laboral (los más perjudicados son las personas que viven lejos de dónde trabajan, porque no les da tiempo de ir a casa, y tampoco pueden adelantar muchos temas personales, una vez que muchos centros están cerrados). Otras empresas, especialmente las multinacionales, hacen un descanso a medio día de una hora, dejando la siesta de sus colaboradores para el fin de semana.
Ya que admitir: tener la posibilidad de “pegar una cabezadita” después de comer recarga las energías, da ánimo y motivación para seguir con las tareas diarias. Por otro lado, hay gente que pasa olímpicamente de la siesta, o bien porque la considera una pérdida de tiempo, o porque se queda todavía medio dormido mucho tiempo después de despertarse, así que mejor no dormir.
Con el paso del tiempo te acostumbras, y empieza a hacer planes teniendo en cuenta la hora de la siesta. Ir al supermercado, salir de compras o pasar por el estanco: todo esto y mucho más no puede coincidir con la “sagrada siesta”. Lo gracioso es observar a la gente que todavía no ha inserido a siesta en sus planes diarios, y que por ejemplo se pone a dormir delante del escaparate de una tienda a medio día (la tienda estaba cerrada, claro), para hacer tiempo hasta que se abran los sitios y pueda seguir con su visita turística (esto es un caso real).
Me comentaba una amiga que, cuano era pequeña y iba
Tan “curioso” como la siesta es la costumbre Española de cerrar sus establecimientos en verano. A casi ninguno español le parece raro ver a un bar, tienda o restaurante cerrado el pleno mes de agosto, con un cartelito hecho a mano pegado en la puerta, que dice “estamos de vacaciones”. A ver: vacaciones y verano hay en todos los sitios, pero la gente se turna y los locales siguen funcionando.

A todo se acostumbra, pero aún así algunos hábitos españolas no dejan de ser graciosos…
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