Pasamos otras muchas veces por la Gran Place, sacamos más fotos con el Mannenken-Pis, comimos otro Waffle (el mío era de chocolate con nueces - ¡estupendo!), visitamos la tienda oficial del Tintín y compramos regalitos típicos (mucho chocolate, un abridor de botella en forma del niño haciendo pis, postales para enviar a la familia, etc).
Yo no podría salir de Bélgica sin comer los típicos mejillones con patatas fritas (los “moules-frites”), entonces los amigos no han recomendado una calle estrechita, pero llena de restaurantes de mariscos. La “Rue de Bouchers Beenhouwersstraat” es bastante más pequeña de lo que sugiere el nombre, pero considero una parada obligatoria para conocer la culinaria típica Belga. Hay diversos restaurantes que decoran sus escaparates con mariscos frescos, flores y hielos, dignos de foto. Además, hay menús desde 10€, y yo me tomé de primero una sopa de mariscos, y de segundo los “moules-frites”: una cazuela inmensa llena de mejillones riquísimos, que me los comí con muchas ganas.

Nos lo pasamos muy bien en este viaje, a pesar del frío. Gastamos poco dinero y nos divertimos, reencontramos los amigos, conocimos nuevos sitios y hicimos muy buenas fotos. Hablando de fotos… dicen que una imagen vale más que mil palabras, ¿no? Pues entonces comparto unas imágenes-recuerdos de Bélgica.
¡Bélgica huele a gofres y a chocolate!




Y ya está - por lo menos de momento...
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