Hubo una época en que me lo pasaba fatal en los vuelos: me quedaba tensa, nerviosa, intentaba dormir y no podía y a veces incluso lloraba. Como fue cogiendo práctica, es decir, volando más veces, aprendi a lidar con la situación, y ahora llevo siempre una revista o un libro, algo de picar, una jaqueta por si hace frio, veo películas, escucho mi Ipod, duermo, y así incluso los voos de 10 horas no se me hacen demasiado largos. Hay que aprender a afrontar las situaciones...
Mi visión de los aeropuertos se cambió también cuando, a mediados de este año, fue a trabajar en un aeropuerto, en una empresa de RRHH que selecciona personal para hacer el check in, cargar y descargar maletas de los aviones y gerenciar las maletas extraviadas. Hay una infinidad de pasillos, controles de policía, oficinas y gente que trabaja en el aeropuerto que aquello más parece “un mundo paralelo”… La verdad es que me gustó mucho este trabajo y las descubiertas que he hecho sobre los caminos, reglas y la vida que hay en los aeropuertos…
Como ya no trabajo en el aeropuerto, voy allí con menor frecuencia. A veces incluso lo echo de menos. Creo que me hace falta un viaje para tener una buena excusa para volver al aeropuerto…
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